Mayo
Todavía recuerdo perfectamente el día en que
te conocí, Tomás. Nuestra común amiga preparó el encuentro, aprovechando nuestra afición. El primer grupo os esperábamos en el
punto acordado y allí estaba mi amiga. Detrás de ella apareciste tú y en ese
mismo momento entendí que eras TÚ. Entendí que todo lo que había pasado en mi
vida era necesario para llegar hasta ti.
Pasamos un tiempo de felicidad
infinita, disfrutando de cada uno de los momentos que podíamos compartir.
Recuerdo las mariposas que volaban en mi estomago cuando sonaba el teléfono y
eras tú, cuando llegaba la hora del encuentro, la ilusión con la que escogía la
ropa que ponerme, el maquillaje que utilizar.
Tus hijos me aceptaron y luego
fueron ellos los que me pidieron que viniera a casa a vivir con vosotros. Yo
acepté, por supuesto.
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